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La extrema derecha contra Felipe VI

Publicado: Diciembre 5, 2023, 4:53 pm
por IDOLO
Las redes sociales se han llenado de personas de extrema derecha renegando del rey, diciendo sentirse definitivamente traicionadas y hasta pidiendo un referéndum para decidir entre monarquía o república
El pasado martes 3 de octubre se cumplieron seis años del determinante —e inédito— discurso de Felipe VI en el marco del conflicto político catalán.

El hijo de Juan Carlos I había accedido al trono de España tres años antes, el 19 de junio de 2014, después de que la crisis del régimen del 78 evidenciada en el estallido social del 15M y traducida al escenario político por la aparición de Podemos en mayo de ese mismo año pusiera en peligro la continuidad histórica de la Corona. La crisis de representación política no solamente había golpeado a los dos partidos dinásticos del sistema del turno; la monarquía también estaba tocada. Juan Carlos I había dejado de ser “el campechano” para convertirse en el incómodo protagonista de una serie de escándalos que implicaban el manejo de cantidades millonarias de dinero de dudosa procedencia, la compañía de damas de la nobleza y la farándula o el asesinato de animales en riesgo de extinción en costosos safaris. Por ello, y ante el riesgo —que se constató en diciembre de 2015— de que una poderosa fuerza política verdaderamente republicana irrumpiera en el Congreso y pusiese fin al pacto de silencio, el PP de Mariano Rajoy y el PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba pactaron en secreto una abdicación exprés de Juan Carlos I en Felipe VI que fue aprobada por urgencia mediante el rodillo parlamentario bipartidista (como unos años antes habían aprobado la modificación del artículo 135 de la Constitución española).

A pesar de sus numerosas corruptelas, Juan Carlos I había durado al frente de la jefatura del Estado español casi 40 años. Una longevidad que seguramente tuvo que ver no solamente con la omertà mediática que ocultó durante décadas sus fechorías hasta la aparición de Internet y la democratización de la producción de información, sino también con la fuerza del mito fundacional de la monarquía española: la intervención de Juan Carlos durante el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 que, a pesar de todas las dudas y los ángulos turbios que hoy persisten, fue unánimemente descrita por los cronistas de la Transición —y por sus hijos y nietos— como “el momento en el que el rey salvó la incipiente democracia”. Ese momento definitorio, junto a una cierta inteligencia política que le hizo buscar la simpatía de los sectores de izquierdas, sirvió durante décadas como uno de los puntales que mantuvo en su lugar a Juan Carlos I por contestar de algún modo a la pregunta “¿Para qué sirve la monarquía?” Sirve para que los fascistas no vuelvan a dar un golpe de Estado y no nos vuelvan a asesinar.

El reinado de Felipe VI, sin embargo, no tenía nada de eso. A pesar de su relativa juventud, a pesar de haberse casado con una plebeya, a pesar de no conocérsele escándalos como los de su padre, en 2014 ya existía en España toda una nueva generación que había perdido el miedo al “ruido de sables” y que no entendía por qué había que mantener una institución medieval que no servía para nada. Por ello, cuando llega el punto álgido de la crisis política en Catalunya, algunos asesores —no excesivamente inteligentes— del nuevo rey piensan que están ante una oportunidad para construir el mito fundacional de Felipe VI. Si Juan Carlos I servía para que los fascistas no den un golpe de Estado, Felipe VI serviría para que no se rompa España. Lo que no calcularon bien es que la paranoia por la supuesta ruptura de la nación no está homogéneamente extendida en el eje izquierda-derecha. Por eso, su discurso del 3 de octubre de 2017 fue un absoluto fracaso respecto de los objetivos que perseguía. Plenamente inserto en el movimiento de odio anticatalán del “a por ellos” y sin mostrar ni un ápice de empatía hacia las personas que habían sido brutalmente reprimidas por orden del ministerio del Interior del PP en los colegios electorales, el discurso de Felipe VI fue eficaz tanto para galvanizar en torno a su figura a los sectores de la derecha y la extrema derecha, como para alejar para siempre a los sectores progresistas y de izquierdas; convirtiéndolo así en un rey de parte, en un rey de menos de la mitad del pueblo español, en un rey, por tanto, inviable políticamente.


El discurso de Felipe VI fue muy eficaz tanto para galvanizar en torno a su figura a los sectores de la derecha y la extrema derecha, como para alejar para siempre a los sectores progresistas y de izquierdas, convirtiéndolo así en un rey de parte

Todo esto es lo que explica la curiosa reacción de una parte de la extrema derecha al nombramiento por parte de Felipe VI de Pedro Sánchez como candidato a la investidura el pasado martes, justo el día del aniversario del famoso discurso. Porque, si bien la encendida alocución del 3 de octubre de 2017 no sirvió para construir un mito fundacional de amplia aceptación popular, sí convirtió al monarca en el icono de la derecha y la extrema derecha. Es un hecho que, a lo largo de estos años, cuanto más cerca está un ciudadano del 10 de la escala sociológica del CIS con más ímpetu y con más frecuencia suele gritar “¡Viva el rey!”. Por eso, la coincidencia en el mismo día del aniversario del pistoletazo de salida a la represión judicial reaccionaria contra el independentismo catalán y el encargo al líder del PSOE para que intente reunir los apoyos parlamentarios —precisamente de los “enemigos de España”— para ser presidente es una coincidencia que estaba llamada a producir efectos incontrolables.

Sin embargo, la virulencia de lo ocurrido ha sorprendido a propios y extraños. Las redes sociales se han llenado de personas de extrema derecha renegando del rey, diciendo sentirse definitivamente traicionadas y hasta pidiendo un referéndum para decidir entre monarquía o república. Durante más de dos días, ese submundo que combina el neofascismo, el antifeminismo o el negacionismo climático, que vota mayoritariamente a VOX y que había hecho del “¡Viva el rey!” un grito de guerra consiguió que “Felpudo IV” se mantuviese entre las tendencias de Twitter. Obviamente, esto ha generado una intensa hilaridad en las filas de la izquierda y una explosión de graciosos memes. Pero, como demuestra el hecho de que hayan tenido que salir desde El Mundo, El Español e incluso OKdiario a defender al rey, incluso ante el riesgo de alienar a una parte importante de sus lectores, lo ocurrido es serio y merece un análisis político además de las risas.

En nuestra opinión, lo que hemos visto no es otra cosa que un síntoma más de la profundización de la crisis de régimen en España y la crisis del orden capitalista en el conjunto del sistema mundo. Ante el fuerte avance de movimientos emancipadores con fuerte carácter anticapitalista e impugnador —como el feminismo o el ecologismo—, la clase parasitaria se ha visto abocada a ir desarrollando armamento ideológico cada vez más fuerte para mantener sus privilegios. La aparición de los nuevos tipos de fascismos autoritarios adaptados al mundo mediático y digital, que podríamos denominar “trumpismos” y que se caracterizan por la utilización del bulo y la mentira, junto al odio y al sesgo de confirmación, para construir una base social agresiva y paranoica, pero también notablemente movilizada y cohesionada, es uno de los últimos movimientos desesperados del leviatán herido ante el derrumbe del viejo orden.

El problema —su problema— es que, como ocurre casi siempre que uno alimenta un monstruo, el monstruo puede acabar devorando a sus creadores. Y esto es en cierto modo lo que está ocurriendo con el trumpismo, también en su variante española. Al haber creado un ejército de seguidores radicalizados y fundamentalistas que no responden a ningún tipo de parámetro racional, la dirigencia trumpista está viendo como demasiadas veces las antorchas y las capuchas se lanzan contra las mismas instituciones conservadoras que el monstruo fue creado para proteger, porque la lógica enferma que le han inoculado carece completamente de pensamiento estratégico.

Por eso, hace unos días, la cuenta oficial de VOX tuiteaba contra Mercadona —una gran corporación de la distribución alimentaria propiedad de un multimillonario de extrema derecha— por haberse sumado a una campaña de la Agenda 2030. Por eso, en los últimos años, hemos visto a los ultraderechistas disparar habitualmente contra grandes medios de comunicación, socavando así la legitimidad de una institución —la mediática— que es posiblemente la más importante de todas a la hora de mantener apuntalado el sistema económico que los neofascistas nacieron para proteger. Y por eso les hemos visto este martes llamar “Felpudo VI” al rey, clave de bóveda del sistema de privilegios de clase en la muy imperfecta democracia española. Porque el monstruo trumpista es tan agresivo y peligroso como imbécil.

Mucha suerte ahora a la derecha política, económica, judicial y mediática que lo ha creado en la tarea de volver a meter el genio en la botella antes de que acabe con todo. También con ellos.

https://diariored.canalred.tv/editorial ... felipe-vi/

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Re: La extrema derecha contra Felipe VI

Publicado: Diciembre 5, 2023, 4:55 pm
por IDOLO
La extrema derecha contra Felipe VI (parte 2): el caso Jaime del Burgo
Mediante la alimentación política y mediática del discurso de la nueva extrema derecha como fuerza de choque para frenar a independentistas catalanes, a Podemos y al feminismo, los poderes oligárquicos españoles han hecho crecer a un monstruo social iletrado, desquiciado, autoritario y violento
Antes de ayer, «Cornudo VI» se convertía en tendencia en Twitter (rebautizada como X). El motivo: la publicación por parte de Jaime del Burgo —ya entraremos más adelante en quién es este tipo— de una serie de mensajes en los que sugería que había mantenido una relación con Letizia Ortiz mientras la actual reina consorte estaba ya casada con Felipe de Borbón, cuando todavía eran príncipes de Asturias antes de la abdicación de Juan Carlos I. Las cuentas impulsoras del trending topic: las mismas que, hace un mes, convirtieron en tendencia «Felpudo VI» cuando el monarca designó a Pedro Sánchez como candidato a la investidura.

Ambas campañas — «Felpudo VI» y «Cornudo VI» — surgieron de ese submundo de la extrema derecha española que cree que las vacunas contra la COVID-19 forman parte de una «conspiración globalista», al mismo tiempo que organiza quedadas en la puerta de Ferraz para insultar a los musulmanes, al presidente del Gobierno y a la policía mientras rezan el rosario.

Este comportamiento tan bizarro parece caótico y absurdo, pero, en realidad, se explica fácilmente por la exacerbación de las tres características básicas que reúne la nueva extrema derecha del siglo XXI, no solamente en España.

En primer lugar y como siempre, el autoritarismo y el desprecio a la democracia y al derecho. La nueva extrema derecha —como la de toda la vida— no acepta que no se haga su voluntad y, por ello, no acepta las decisiones de la mayoría y tampoco las leyes y normas que esa mayoría se ha dado a sí misma mediante el procedimiento democrático. Por eso la nueva extrema derecha está llena de defraudadores fiscales, por eso Ayuso grita «libertad» —la libertad sin límites, la de hacer lo que apetece en cada momento independientemente de todo lo demás—, por eso secuestran las instituciones del Estado —como el ministerio del Interior con las cloacas o el CGPJ— y las ponen a trabajar contra el juego limpio democrático, por eso cantan «fraude» si no ganan las elecciones, por eso asaltan el Capitolio en Washington y por eso querían que Felipe VI violase la Constitución evitando que Sánchez pudiera someterse a la votación de investidura.

La segunda característica importante que tenemos que tener en cuenta para entender a los impulsores de «Cornudo VI» es la utilización de forma desacomplejada y masiva de la difamación y la mentira como arma política. Este elemento no deja de ser una consecuencia del anterior; al fin y al cabo, si uno decide que puede utilizar cualquier estrategia para que se haga su voluntad, ¿por qué no utilizar la enorme potencia política que tiene no estar obligado a decir la verdad? La nueva extrema derecha —como la de toda la vida— no tiene ningún rubor en mentir permanentemente, incluso de forma muy burda, si eso le permite salirse con la suya. Por eso dicen que bajar impuestos a los ricos beneficia al conjunto de la población, por eso se pueden permitir gritar que España se ha convertido en una dictadura, por eso sus operadores policiales, judiciales y mediáticos inventaron decenas de bulos contra Podemos, por eso niegan la existencia de la violencia machista o el consenso científico sobre el origen antropogénico del calentamiento global y, por eso también, al haber acostumbrado a sus militantes y votantes a consumir falsedades de forma habitual, la nueva extrema derecha se ha convertido en la opción política de los que creen que Bill Gates puso microchips en las vacunas, que la CIA nos fumiga con chemtrails para controlar nuestras mentes, que el partido demócrata norteamericano está en el centro de una trama de pedofilia o que Felipe VI es masón —como afirmaba una mujer joven de clase alta recientemente en una de las concentraciones a las puertas de la sede del PSOE en Madrid.


Estas dos características de la nueva extrema derecha —el desprecio por la democracia y la utilización de la mentira como arma política— no son una innovación reciente. Pensemos en toda la bazofia esotérica sobre la raza aria que difundía Adolf Hitler por tierra, mar y aire.

Estas dos características de la nueva extrema derecha —el desprecio por la democracia y la utilización de la mentira como arma política— no son una innovación reciente. Pensemos en toda la bazofia esotérica sobre la raza aria que difundía Adolf Hitler por tierra, mar y aire. Lo que sí es más nuevo es la evolución del ecosistema comunicativo que hemos vivido en las últimas décadas y que ha intensificado la operatividad y la agresividad de esas dos características básicas. Por un lado, la aparición de las redes sociales a través de Internet ha permitido la conexión a una escala nunca vista de muchos pequeños grupos radicalizados que antes se movían en soledad, aislados y en los márgenes de la sociedad. La coagulación de un gran número de pequeños foros conspiranóicos y ultraderechistas en grandes grupos conectados a través de la red, por un lado, ha segmentado la sociedad en comunidades ideológicamente cerradas y, por otro lado, ha ofrecido a los poderes oligárquicos que controlan los grandes medios de comunicación de masas un nuevo mercado político que éstos no han tardado en aprovechar. La difusión de bulos ultraderechistas es diaria en Fox News —la cadena de cable más vista en EEUU— y, en España, incluso hemos visto llegar las fake news de Granadinas o el Informe PISA contra Pablo Iglesias a medios supuestamente progresistas como La Sexta o la Cadena SER.

Jaime del Burgo es apenas un triste empresario venido a menos —hijo de un exdiputado Navarro del PP que aparece en los papeles de Bárcenas y nieto de un fascista que participó de la represión contra los republicanos durante la Guerra Civil— y su publicación de los mensajes difamatorios contra Letizia Ortiz probablemente obedece a una patética estrategia comercial para vender más ejemplares del libro «Letizia y yo» que acaba de publicar Jaime Peñafiel —acérrimo detractor de Letizia— y en el que ha participado del Burgo. La publicación de información íntima sobre cualquier persona es pura violencia y, en este caso, es muy posible que también se haya cruzado la línea del delito. Cualquier persona decente, sea republicana o monárquica, tiene la obligación de condenar el intento de difamación contra Letizia Ortiz, denunciar la patente componente machista que encierra y recordar que, en todo caso, el adulterio dejó de estar penado por la ley por mucho que esto moleste a los fundamentalistas religiosos.

Pero todo esto va más allá de la escaramuza concreta protagonizada por un tipejo miserable y un periodista cortesano repugnantemente clasista. En sus mensajes en Twitter —que borró a las pocas horas (quizás tras la llamada de un abogado)—, del Burgo escribía, entre otras cosas, lo siguiente: «¿Que se podría haber hecho? Jefe del Estado. Jefe de las fuerzas armadas. Árbitro de la política nacional. Inviolable. Etc. ‘Sr. Sánchez, me traes un gobierno sin asesinos y firmo. Te sientas con Feijó (sic) y os arregláis. Pero Otegui (sic) no porque esto es destruir la esencia de lo que soy y defiendo. Y no firmo.’ Tener dignidad. Luchar. Ser valiente. Hacerse merecedor de la Corona, que aunque sea por herencia se ha de ganar cada día. Defender España. El problema es que se casó con quien no debía y se jodió el Perú.» Este texto, que perfectamente podría haber sido firmado por Alvise o por Ndongo, revela que estamos ante una pequeña excrecencia de un mal mucho más sistémico y mayor. Mediante la alimentación política y mediática del discurso y la estrategia de la nueva extrema derecha como fuerza de choque para frenar a independentistas catalanes, a Podemos y al feminismo, los poderes oligárquicos españoles —siguiendo la estela de sus homólogos norteamericanos— han hecho crecer a un monstruo social iletrado, desquiciado, autoritario y violento. Un monstruo que ha extendido sus tentáculos en las fuerzas y cuerpos de seguridad, en la judicatura, en los medios de comunicación y, por supuesto, en el PP, que ya se ha entregado completamente al mismo y ha absorbido su estrategia para no ser devorado. Un monstruo que ya está fuera de control, que está destruyendo por completo la imagen de imparcialidad que algunas instituciones nominalmente arbitrales tienen que mantener para garantizar la estabilidad del sistema y hasta se está permitiendo asestar dentelladas nada menos que a la clave de bóveda de todo el régimen del 78: la monarquía borbónica.

El caos que anunciaron cuando el 15M tomó cuerpo político en el ciclo electoral 2014-2015 era una más de sus mentiras. El verdadero caos que puede acabar con todo es el que ellos mismos han creado. Mucha suerte ahora para volver a meter el genio en la botella.

https://diariored.canalred.tv/editorial ... del-burgo/

Re: La extrema derecha contra Felipe VI

Publicado: Diciembre 6, 2023, 11:11 pm
por Marta