«La Comunidad Valenciana aprobó dos días antes de la dana adelantar los hoteles a 200 metros de la costa y no a 500. Eso pone en riesgo a los ciudadanos», advierte el científico, que apunta que Galicia soportará una fuerza inusitada del viento
Con la indignación brotándole aún de la boca, Fernando Valladares, doctor en Ciencias Biológicas, investigador del CSIC y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos, asegura que el día que la dana arrasó los pueblos de Valencia, él, como otros expertos, tenían la información de qué podía suceder, aunque no de la manera en que pasó: «Desde la alerta roja estábamos esperando a que hicieran algo, pero nada. Yo miraba el reloj a la una y decía: «¿La gente sigue trabajando?».
—¿Cómo valoras lo sucedido?
—Nos ha pillado a todos de sorpresa por la severidad, pero a escalas de décadas, lo sabíamos, la ciencia lo estaba avisando, que estábamos en un clima nuevo. La Aemet ha hecho un papel fantástico, dejó la pelota botando a las 7.31 del 29 de octubre diciendo que había alerta roja. Somos los demás los que no hemos entendido qué nos quiso decir. Porque yo, como científico, sí que lo sabía. De hecho, esa mañana me sorprendió que no se hiciese nada.
—¿Tú ya lo sabías?
—Totalmente. La semana anterior se avisó de que los dos factores que hacen de esto una situación explosiva estaban rondándonos: una masa de aire frío en altura y el mar Mediterráneo más caliente que nunca... Y cuando la Aemet dijo cómo venía, ya pensábamos que lo mejor era pecar de exagerados. Y nos hemos quedado cortísimos. Hablo en un plural mayestático. Algunos tenían más responsabilidad, tomaban las decisiones, y mandaron a los trabajadores a los trabajos. Yo miraba el reloj a la una de la tarde y decía: «¿La gente sigue trabajando?...». No lo podía creer, estaba esperando una medida rápida y eficaz, pero nada, el anuncio llegó a las ocho.
—Se avisó de que los niños no fueran al cole, pero los padres fueron al trabajo.
—Claro, ¿qué incidencia tienen los niños en el producto interior bruto? Cero. La decisión de no mandar a los niños al colegio tiene la valentía de igual a cero. Es una medida insulsa. Las medidas hubieran sido cerrar los centros comerciales, los aparcamientos, esto es de primero de emergencia. Pero choca con los intereses económicos. Hay varias escalas de tiempo, la escala larga: de qué es esto del cambio climático; la escala intermedia: mantener los cauces de los ríos en buen orden y no permitir la proliferación de un urbanismo en zonas inundables; y la corta: cómo actuar en una situación de emergencia para no magnificar una catástrofe. Y en este último punto miraron a otro lado quienes podían haber reducido las muertes y los daños materiales. Estos tres planos muestran que no estamos sintonizados con el clima actual, sino con uno antiguo, y por eso creemos que nada va a pasar. En el clima de antes cuando llegaba una dana, podías coger el coche. Hoy no, lo último que tienes que hacer es ir a por tu coche. No da tiempo.
«Es el mundo al revés: un científico apunta con el dedo a un problema, y la gente mira el dedo y no el problema. Y, como luego ha habido una gran catástrofe, voy y le culpo al que decía que iba a ocurrir»
—Si la Aemet informó de la alerta roja, ¿cómo el presidente Mazón no avisó?
—Una de las cosas que los científicos estamos aprendiendo en la interacción con la sociedad, los políticos y con el sector privado es que en las pequeñas fisuras de incertidumbre con la que comunicamos se amplifican esas incertidumbres para que al final acabe cuadrando con lo que tú querías hacer. Tú querías hacer x, y entonces como los científicos te dicen que hay un 98% de probabilidades de que suceda, amplías el 2 o el 4% de incertidumbre del momento, la intensidad, el lugar..., y sigues con el plan que tenías. Es una forma de negacionismo climático, se conoce como el retardismo: «Vale, vale, no es para tanto».
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a. abelenda
—¿Los políticos, como Mazón, han sido negacionistas?
—Totalmente. Y luego tenemos a Feijoo que salió a atacar a la Aemet; incluso el sindicato Manos Limpias ha puesto una querella. Es el mundo al revés: un científico apunta con el dedo a un problema, y la gente mira el dedo y no el problema. Y, como luego ha habido una gran catástrofe, voy y le culpo al que decía que iba a ocurrir. Lo peor es que incluso esto los jueces puedan considerarlo. Que esto tenga consecuencias jurídicas de sanciones, que esto pueda ser puesto en un juicio revelaría un sinsentido absoluto.

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/y ... 472825.htm