Un servicio de las bibliotecas de Barcelona iniciado durante la pandemia se mantiene para ancianos que siguen sin poder salir de casa ni leer por sí mismos
Puntual, como cada jueves y cada martes a las cinco de la tarde, Cesc Llaverias descuelga el teléfono y marca el número.
- Bona tarda Mercè, ¿Cómo vamos?
- Bona tarda, pues vamos tirando.
Al otro lado del teléfono está Mercè Jané, 95 años, viuda desde hace 23 y vecina del barrio del Baix Guinardó. Lleva ya unos meses sin poder moverse ni salir de casa. Un problema en la visión también le impide leer. “Miro los textos y no logro diferenciar entre una letra y un número”, lamenta.
Llaverias es empleado de la biblioteca Juan Marsé del barrio del Carmel. Bebe un trago de agua y abre el quinto capítulo de Mirall trencat, una de las obras más ilustres de Mercè Rodoreda.
Haciendo énfasis en los signos de puntuación y vocalizando todo lo que puede, Llaverias va leyendo las líneas escritas por Rodoreda. Le describe a Jané una tormenta de Primavera, los animales que se pueden encontrar en una casa de Barcelona y los nuevos personajes que van entrando en la trama: Climent, Evarista, Anselma, Gertrudis…
La llamada forma parte del programa Lectures a cau d’orella que ofrecen algunas de las bibliotecas de la ciudad. Consiste en telefonear dos veces por semana a una persona que no puede salir de su domicilio y leerle una obra durante media hora.

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