El balón está en nuestro tejado: España debe ser punta de lanza.
El Reino Unido —sí, ese país fuera de la Unión Europea— ha suspendido sus negociaciones comerciales con Israel, ha convocado a la embajadora israelí en Londres y ha calificado como “cruel e indefendible” el bloqueo de ayuda humanitaria en Gaza. Lo ha hecho un gobierno alineado con EE.UU. y la OTAN, lo ha hecho con firmeza, y lo ha hecho sin excusas.
¿Y España? ¿Dónde está España?
En silencio.
Con contratos militares en pie.
Sin romper relaciones diplomáticas.
Sin sanciones.
Sin liderazgo.
No es solo cuestión de valentía. Es cuestión de dignidad.
España, que presume de tener una política exterior feminista, de defender los derechos humanos, de ser un país progresista y solidario, no puede seguir actuando como si nada pasara. No puede esperar a ver qué hace Bruselas. No puede esconderse detrás de la inacción de otros. No puede mirar hacia otro lado mientras Gaza muere.
50.000 personas asesinadas. La mayoría mujeres y niños.
Un pueblo entero bajo escombros, asediado, hambriento, abandonado.
Y España, con historia, con memoria, con principios —al menos en el discurso— tiene la obligación de alzar la voz, de tomar partido, de actuar.
España debe ser punta de lanza.
Debe liderar una respuesta firme:
— Embargo total de armas.
— Ruptura inmediata de relaciones diplomáticas.
— Sanciones políticas y comerciales.
— Denuncias ante tribunales internacionales.
— Presión real en la UE para que actúe.
No por geopolítica. No por postureo.
Sino porque es lo correcto. Porque es lo humano. Porque es lo urgente.
Israel dice que quienes protestan por el genocidio tienen una “obsesión antiisraelí”.
No. Lo que tenemos es obsesión por la justicia, por la vida, por la verdad.
Y lo que no tenemos es tiempo. Cada día que pasa sin actuar, nos convierte en cómplices.
España tiene que estar a la altura de su pueblo, no de sus intereses comerciales.
Porque no hay neutralidad posible ante una masacre.
Porque no hay equidistancia que no sea indecente.
España tiene la oportunidad de ser referente internacional.
De estar, esta vez sí, en el lado correcto de la historia.
Y no hay más tiempo que perder.
Gaza grita. El mundo mira. Y España debe responder.