Está rico, se conserva bien y puede prepararse de múltiples formas. Pero es que, además, el tomate es un valioso aliado para mantener nuestra salud cardiovascular
pequeña no me gustaba el tomate. De haber sabido que el nombre viene de tomatl, que en azteca significa «fruto con ombligo», igual lo hubiera mirado con mejores ojos. Hasta que un día, siendo un poco más mayor, me vi forzada por las circunstancias a probar un jugoso y dulce tomate. ¡Menos mal! ¡Lo que me había perdido todo este tiempo! Desde entonces lo incluyo en mi dieta casi cada día en distintas formas. Como deberíamos hacer todos, y les voy a contar por qué.
El color importa
El tomate es botánicamente una fruta –aunque se consuma como hortaliza–, redonda, con ombligo y de color rojo. Y es precisamente esta última característica lo que lo convierte en un alimento muy interesante a nivel nutricional.
En general, una dieta equilibrada y saludable debería incluir alimentos –sobre todo, frutas y verduras– multicolores. El cromatismo de los vegetales viene dado por unas sustancias, los polifenoles y los carotenoides, que cubren el espectro desde el amarillo (del limón) al morado (de la berenjena, por ejemplo).

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