La derecha se opone a los derechos. Esto, aquí en España, es tan así desde los tiempos de Fraga hasta los de Feijóo, que la segunda lista que se le puede hacer al Partido Popular más larga que la de sus casos de corrupción –se estima que son, por ahora, doscientos sesenta y ocho– es aquella en la que se citen las conquistas sociales que combatió, denunció o trató de impedir de una u otra manera, con votos en contra, con campañas de todo tipo, incluidas las manifestaciones compartidas con las autoridades eclesiásticas, o con recursos tanto políticos como judiciales: el aborto, el divorcio, el matrimonio igualitario o la eutanasia, la leyes de igualdad, antitabaco y de cambio registral de personas trans…
Lo paradójico –que ya sabemos cuántas veces bordea lo cínico– es que después de hacer frente a esas medidas, las practicó, ya que sus líderes pusieron fin a sus matrimonios o se casaron con personas del mismo sexo, y al llegar al poder no las derogó. O sea, lo mismo que hacen ahora con la reforma laboral contra la que clamaron por tierra, mar y aire y ahora dice su jefe que no es tan mala y que si gobierna no la echará abajo. No se sabe si mintió antes o después, pero uno se inclina a creer que las dos veces.
Ser conservador está bien cuando hablamos de no perder lo que merece la pena, y es un problema cuando vale para evitar el progreso. Por eso además de la palabra conservador existe la palabra reaccionario

https://www.infolibre.es/opinion/column ... 40156.html