Un ataque incendiario, sufrido en 2018 cuando se encontraba en casa de sus padres, cambió la vida de este político alemán de origen kurdo. Desde entonces, vive con miedo, pero no ha parado de ser uno de los opositores más firmes de la AfD fuera y dentro el Parlamento regional al que fue relegido por segunda vez en 2021
“Me desperté por causalidad a las tres de la madrugada y me di cuenta de que había demasiada luz para esa hora. Me levanté, me asomé y vi que mi coche estaba ardiendo. Salí corriendo y traté de apagar el fuego. Los bomberos me dijeron después que cinco minutos más tarde y ni yo ni mis padres estaríamos vivos”. Ferat Koçak (Berlín, 1979) lo ha contado innumerables veces, pero cuando recuerda lo que pasó aquella noche de febrero de 2018, en la que se encontraba en casa de sus padres, el gesto se vuelve serio y la mirada se pierde hacia un punto en el horizonte como si estuviera volviendo a ver esa escena. Dos años antes había sido elegido por primera vez como diputado de Die Linke —La Izquierda, en alemán— en el Parlamento regional de Berlín. Él, que desde los 16 había sido militante antifascista, había decidido presentarse para luchar contra la ola de rechazo y racismo que siguió a la acogida de más de un millón de refugiados en Alemania entre 2015 y 2016. Y se convirtió en uno de los más activos opositores de los ultras de la Alternativa para Alemania.
A partir de allí, dice, los grupos de extrema derecha empezaron a tenerle bajo su radar y a perseguirle, hasta que, después de un mitin, descubrieron dónde vivía. Dos semanas después se produjo el ataque. “No me lo esperaba. Aunque desde 2009 había habido este tipo de incidentes, yo no me lo esperaba porque me sentía seguro aquí”, dice sentado en la oficina del partido en este “aquí” que para él es casa. Es el barrio de Neukölln, en el sureste de Berlín, un crisol de culturas donde él, hijos de padres kurdos llegados en los 70 desde Turquía, se crió y donde en los últimos años la policía ha investigado decenas de ataques de la extrema derecha.
Un año después del episodio contra Koçak, la policía de Berlín recibió un correo electrónico con la reivindicación de su autoría por parte de alguien que decía ser miembro de un grupo llamado NSU 2.0, una reedición de una formación neonazi responsable de una decena de asesinatos en la primera década de los 2000. En el juicio de primera instancia contra dos militantes neonazi, sospechosos de estar detrás de una serie de ataques, incluido el del que fue víctima el político de Die Linke, al final el juez decretó la absolución por falta de pruebas. Pero el fiscal recurrió y se espera que el juicio de apelación empiece en septiembre. “La fiscalía dice habría pruebas suficientes si se le considerara como un grupo, y por eso ha recurrido la sentencia. Pero es lo que siempre pasa en estos tipos de investigaciones: se tratan como casos individuales, como cuando se habla de policías conniventes y se dice que solo son manzanas podridas”, dice Koçak.
(...)

https://www.eldiario.es/internacional/f ... 18581.html